˙˙˙ɐʇlǝnʌ ʎ ɐʇlǝnʌ ǝp

Apenas hace unas horas que he llegado, ésta vez ha sido por negocios. Fui a hablar con el Reverendo, actualmente es mi banquero pero el Reverendo es uno de los más grandes. Un tipo único, sin duda.
En mi estancia aproveché para saquear a un par de turistas, por nostalgia más que por necesidad.. y bueno... no estoy del todo oxidado.

Acelero el paso hacia casa porque los sudores son inminentes y el brazo me pide aguja. Mi anterior chute fue antes de subir al avión, por lo de tener un vuelo agradable y esas cosas.

Al llegar a casa me llevo una grata sorpresa, mi hijita a venido a verme, mi sanguijuela favorita me cuenta mil batallitas en las que ha estado metida, sus primeras hazañas...
Se está haciendo mayor... me rula los petas y a escondidas me astilla algún que otro gramo... pero que coño... es de la familia!

Al rato aparece mi pequeña furcia, la madre de mis hijos, la tipa que me quiere... que me quiere sablear todo el jaco que pueda.
Ahora hacía tiempo que no nos veíamos. La verdad es que está hecha una versión más escuálida y decadente de lo que recordaba. Es la puta carcasa de una persona enferma y desquiciada, drogopropulsada de un lugar a otro en busca de una nueva ingesta tóxica... pero en el fondo es de puta madre y compartimos algo más que sucias cucharillas.

Así que nos ponemos manos a la obra.

Incluso cuando me inyecto a destajo me doy cuenta de la triste realidad. El jaco me aburre. Nos aburre. Somos eskoria que odiamos nuestro entorno y solo sabemos ponernos hasta el culo de todo alimentando el delirio y la insatisfacción, fingiendo ser el centro del mundo mientras la puta realidad sucede en alguna parte. Por desgracia, no hay nada suficientemente interesante como para dejarlo... y aún que lo hubiera, la ausencia de voluntad hace que la adicción tome las riendas.
Así que disfrutemos de la subida que la bajada siempre está.

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