Plato combinado

Una mañana, frente al espejo, mirando a los ojos al tipo ese que se supone que eres tú, te das cuenta que has sido engullido por la ameba de la cotidianidad, que formas parte de esa gran masa de mierda que se autoproclama "gente normal".

Tu vida recorre la misma triste rutina día tras día. Pasas más horas haciendo algo que odias que pensando en lo que te gustaría hacer.

Desfogas tu ineptitud odiando al resto de la gente, encerrándote en un circulo cada vez más pequeño.

El menú del día anuncia falsedad e hipocresía.

Decides romper con eso, cambiar tus hábitos, aficiones, tus relaciones...
Al principio compras ropa nueva, compras música nueva, compras amistades nuevas, compras drogas nuevas...
Luego robas. Hay más riesgo, más emoción, más morbo... y sale gratis.
Al final acabas acudiendo a las terapias para adictos al sexo para follarte a sus miembros, te presentas a concursos de belleza para hamsters y te unes a las hermanitas de la caridad de Santa Ana.

Y lo único que consigues es asumir una nueva rutina... una y otra vez.

El menú del día anuncia frustración y decepción.

Y un día, frente al mismo espejo, mirando a ese mismo tipo demacrado por las agujas del reloj, veo en sus ojos un jodido destello.
Nada está en harmonia. La gente sólo abraza a ciegas lo que le se le pone delante: helados de mango, consumismo, pasear bajo la luna, comida natural, sexo en grupo, Nietzsche, Superman, Jesucristo, jerséis con capucha, escribir basura, yoga, ir al psicoanalista, biciclismo, nudismo, budismo, ángeles y demonios, bufandas para perros, sexo tántrico, el suicidio, las rimas chungas, la bebida, el juego, las drogas y las armas de fuego, adelgazar, el hipnotismo, las psicodelia, una tele grande que te cagas, y de repente todo ello se desvanece y se pierde.
La gente tiene que encontrar cosas que hacer mientras espera la muerte. Supongo que está bien poder elegir.
Yo ya hice mi elección.

El menú del día anuncia claridad y salvación.

...y me como ración doble.