Hacia el puto limbo

¿Que hora sería cuando abrí los ojos y noté la proximidad de alguien o algo? ¿Una hora impar, quizás?
Percibía la habitación blanda y pegajosa. Estiré las piernas, parpadeé y enfoqué lentamente la mirada sobre un objeto familiar. Era una de mis hijas, la pequeña creo, a medio metro de la cama, observando mi rostro. Transcurrió un largo instante de contemplación mutua. Tuve la sensación de que quería enseñarme algo.
La seguí hasta la ventana que daba al descampado de atrás. De pie, descalzo, medio en pelotas y con la mejilla pringada de babas, esperando a que sucediera algo. Tras varios escalofríos me di cuenta que la enana se había largado.
¿Estaría amaneciendo ya? ¿Eran cuervos eso que oía?
Observé a alguien en el sofá abandonado del descampado. Un tipo flaco, traje negro, con las piernas cruzadas cómodamente en aquel viejo trasto. Una figura siniestramente inmóvil y formal.
¿Quien era? ¿Qué coño estaba ocurriendo?
Mi cabeza no podía procesar esa visita. La cuestión es que aquel tipo me resultaba ligeramente familiar.
Tuve la duda de si realmente estaba despierto o de si iba puesto, pero el malestar del "necesitounputopiko" subrayaba mi lucidez.

¡Al fin lo entendí! Había llegado mi hora. Estaba claro. Era la mismísima Muerte.

Se acercaría y me soltaría alguna frase irónica y elegante con la que anunciaría mi fin.
¿Qué se supone que se debe hacer si viene a buscarte la muerte? ¿Podía huir? ¿Quería huir?
Carecía de voluntad y de la fuerza física necesaria para acudir al encuentro. Las piernas me temblaban de tal manera que las rodillas me castañeteaban. Notaba que mi palidez iba en aumento. Me sentía paralizado de miedo, frío y acalorado, seco y sudoroso, como si a la vez fuera yo mismo y otra persona.
Fui a la nevera a por una lata de cerveza y la aliñé con un par de tiros de speed. ¡Qué coño! Si tenia que bajar al infierno al menos ir un poco entonao.

De repronto me acechó una duda: ¿Y si no viene a por mi?
La maldita furcia, que seguía durmiendo en algún rincón, estaba tan putrefacta como yo, si no más... ¿Y si había venido a por ella?
O quizá se trataba de la muerte prematura de alguna de mis criaturas.
Las nuevas dudas se me indigestaron. Por alguna razón había asumido que era yo el que se despedía y cualquier otra opción resultaba inaceptable. ¿Sería la Muerte flexible? Al fin y al cabo se llevaria un alma, ¿daría lo mismo de quien fuera?
Tomé una decisión. Saldría a negociar con la Muerte. Antes pero, tenía que despedirme de mi familia.
Un beso en la frente y un consejo en forma de susurro a cada uno de mis hijos. A la maldita furcia le dejé un chute de Buenos días cerca de la moqueta en la que descansaba. Le toqué un poco las tetas a ver si reaccionaba y podía llevarme un polvo de recuerdo, pero soltó un gruñido sin tan siquiera despertarse. Insistí un poco más hasta que me metió un bocao en la mano, no sabía como tomarme eso. Acabé desistiendo.

Volví frente a la ventana con la esperanza de encontrar aquel viejo sofá vacío, pero allí estaba, implacable, con la mirada fija al más allá, sin ninguna prisa.
El corazón me palpitaba con tanta fuerza que hacía que me doliera todo el cuerpo. Inspiraba ansiedad y expiraba temor. La decisión ya estaba tomada. Vivimos y nos morimos y todo lo demás es una ilusión. Así es en gran medida como pasamos la vida. Viendo la televisión. Fumando porquería. Automedicándonos. Desviando nuestra propia atención. Cascándonosla. Negando la realidad.
Me armé de valor, un par de tiritos más y me encendí un cigarrito. Me dirigí hacia la puerta, tardé un par de minutas en hacer girar el pomo y finalmente salí en lo que sería mi ultimo encuentro.
Al cerrar la puerta el hombre trajeado me miró, sonrió y asintió pacientemente esperando mi llegada.

- Hombre Jokin, tenía ganas de verte. -

- Ho... Hola... ¿Como va eso? - ¿Que mierda de pregunta era esa? Como si no hubiera enigmas ancestrales que la Muerte pudiera resolver. -

- Pues ya ves... Hoy aquí, mañana allí, como siempre. -

- Pues... Pues... Que sepas... ¡Que hoy voy a ser yo quien se venga contigo! - Ahí estaba yo, de pie frente al sofá, con mis exigencias encasquillándose en mi garganta.

- Claro joder, no habré venido de tan lejos para irme sin ti. -

En aquel momento experimenté sensaciones contradictorias. Sentía alivio al saber que mi familia estaba a salvo, pero la angustia me carcomía al pensar lo que me deparaban los próximos minutos.

- ¿Y como lo vamos a hacer? ¿Tengo algún tipo de elección? -

- Pues nosé Jokin, yo había pensado en ir con mi coche. - Señaló con la cabeza una lata grande que había aparcado en la acera, muy antiguo, de un color negro mate, pero hecho una puta basura. Pensaba que la Muerte podría permitirse algo mejor, un todo terreno de esos grandes o algo así... A saber, quizá iba a a buscar a cada uno con el coche que se merece. - Nos dirigiremos al Este, ahí te espera el puto limbo. - Terminó la frase con una sonrisa maliciosa.

- Así que el puto limbo, ¿eh? ¿Y cuanto tiempo me puedo quedar ahí?- El tipo cada vez me caía mejor. Quizá lográbamos ser colegas. Podría acompañarlo en sus viajes de negocios, la Muerte y el puto yonki viajan por el mundo. Daba para una serie de televisión.

- El tiempo que necesites, - Dijo levantándose en dirección al coche - por mi no hay problema. En realidad hubiera querido venir antes a buscarte, pero entre una cosa y otra no he podido. Desde la muerte de mi hermano he tenido bastante lío. - ¿La muerte de su hermano? ¿Qué coño significaba aquello? ¿Acaso era algún tipo de metáfora?
De golpe el complejo puzzle perfectamente encajado se hizo trizas y se volvió a montar con una simplicidad desconcertante. Aquel tipo no era la Muerte, era el jodido Bambino, hermanito del Culebras, mi difunto camello.

Tras unos momentos de perplejidad, aún digiriendo la nueva percepción, me subí al coche, me encendí el primer cigarro de mi reconquistada vida y emprendimos el viaje hacia el alijo del este.

Pestañeo


(música de fondo)


Abro los ojos, huele a bilis y claustrofobia. El estomago retoma sus espasmódicos impulsos, el esófago transporta líquidos corrosivos, las fosas nasales expulsan esos desechos y la boca sigue cerrada manteniendo a salvo alguna píldora narcótica, mientras sigo abrazado a mi fiel compañera la taza de algún cagadero público.

Abro los ojos, huele a sudor y pasividad. Alguien está encima de mi, me tiene bien agarrado, no intento defenderme. Me está chillando en la cara, reconozco esa voz, es la maldita furcia follándome sin-con-pasión. Me dejo llevar.

Abro los ojos, huelo a cerillas y excitación. La cuchara empieza a burbujear, el embolo se retrae, la aguja me penetra, el brazo bombea y el presente se desvanece.

Abro los ojos, huele a misticismo y decadencia. Estoy rodeado de gente trajeada y esto parece ser una iglesia, podría ser una boda, la caja de pino sobre el altar me lo confirma, el Sr. Inocente se une con la muerte.

Abro los ojos, huele a polvo y mediocridad. A lo lejos parece estar el mundo, o la realidad, o como quieras llamarlo. Pero prefiero seguir aquí, absorbido por la pordiosera moqueta roja.

Cierro los ojos.

Herøin Tour I


(música de fondo)



Y así estamos.

Mientras yo mezclo ración doble de odio con actitud maliciosa en una cucharilla, la maldita furcia quema 3 o 4 cerillas bajo ésta hasta que empieza a burbujear.

Cojo la jeringa que parece estar más limpia de las que hay por la moqueta y absorbo poco a poco la mala ostia acumulada, varios molotov, y, porqué no decirlo, la emoción de volver a las calles.
La maldita furcia ya está preparando el brazo, con la goma bien prieta saca a relucir una de sus mejores venas.
Después de una buena lamida, penetro la aguja y succiono una pizca de sangre repleta de allanamientos, estafas y hurtos con intimidación.

El cerebro empieza a segregar endorfinas a sabiendas de lo que le espera.

Desplazo lentamente el émbolo hacia abajo observando como la vena bombea para absorber la ola de incendios, robos y destrozos a gran escala.
La maldita yonka está con los ojos en blanco, cayéndose hacia atrás, con un hilo de saliva huyendo por la comisura de los labios y diciendo nosequé cerdadas...
Le saco la aguja y me la clavo con tanta ansia que espero haber acertado en algún conducto. Acabo de inyectarme la mitad sobrante y dejo que la distopía me invada.

Sin acceso al caos verdadero nunca lograremos la verdadera liberación.

Se abre el telón.


(música de fondo)



Hay demasiado movimiento para encontrarme en casa.

Abro los ojos y me veo en una especie de jardín, tirado bajo un árbol.
La gente va de aquí para allá, hay chavales haciendo fotos por doquier, individuos recitando haikus y sacándose conejos de la chistera. Esto no tiene sentido alguno.
Me giro y veo un gran edificio a lo lejos: Estoy en una universidad... ¡Yo!

¿Qué mierdas está pasando?

Hago un esfuerzo para recapitular lo sucedido y averiguar como he llegado hasta aquí, pero me despisto al ver a alguien que se acerca directo a mi. ¿Debería huir?

- Putonecio, ya era hora!

Es la maldita furcia. Me alivia ver a alguien conocido...aunque está muy deteriorada y ha engordado bastante. ¿Se habrá desintoxicado? ¿Cuanto tiempo llevo sin ver a nadie?

Estoy descolocado, en ambos sentidos.

Me calienta la cabeza con que donde coño me había metido, que había preguntado por el polígano y nadie sabía de mi, bla, bla bla...
Pero como ha sacado medio moco de speed y se ha invitado a unos tiros, la conversación es hasta agradable.

Me doy cuenta que voy como una moto, en ambos sentidos.

Nos metemos en el primer retrete que encontramos y echamos un polvo guarro, sudor y carne. El speed ha contrarrestado el tiempo que llevaba sin meterla y ha resultado ser increíble.
Mientras se prepara un chino me suelta:

- Estoy embarazada, tío...

- ¿Amos no me jodas! Vale que no ha estado mal, pero de ahí a que te haya preñao...- Ésta tía cada vez carbura menos...

- No imbécil... Estoy de tres meses, y será niña.

Joder... otra sanguijuela más en la familia, y ya serán cuatro, y todos concebidos y expulsados de sus entrañas. Y es que si hay algo de admirable en todo esto es la lealtad, porque el mundo está lleno de zorras a las que tirarte, pero yo elegí a la mejor zorra y eso no hay quien me lo discuta.

- ¿Te hacen unas birras?

- La duda ofende...

Y sorpresa la mía al entrar en el bar y ver a un montón de viejas glorias de aquellos tiempos en que estábamos organizados, y ahora ya ves... Que si me he casado, que si he dejado la mala vida, que si ahora soy juez o político o yoquesé...
Y recordamos viejos tiempos y empiezan a correr las papelas, chinos y bazucos, y en el punto álgido, entre el puesto que llevo y el subidón del reencuentro, anuncio mi vuelta a las calles, el regreso a la vida criminal, el renacimiento.
Y me dicen que si, que me baje de la mesa que aún voy a romper algo y siguen a lo suyo.

Pero ésta vez sí.
Necesito llegar de madrugada apestando a gasolina, humo y victoria. Entrar en cualquier casa ajena, servirme de su mueblebar y largarme dejando alguna que otra huella. Moverme con cautela, esconderme bajo mi sombra y pasar desapercibido mientras las afligidas victimas lloriquean por su reciente pérdida, sintiéndose desnudas sin una de sus múltiples mascaras, viendo un trocito más de su sucia cara, saboreando la amarga crudeza de la realidad, viviendo la autentica liberación.

Necesito ese chute de adrenalina.
¿Chute? Joder... Necesito algo de caballo para centrarme.

Puagh!


(música de fondo)




No me apetece volver a empezar.
Ya sabes lo que te voy a contar.
No hay nada nuevo de que hablar.
¿No hay mejor sitio donde estar?
Vacía el mueblebar.
Llévate a ti mismo a cenar.
Masturbate hasta sangrar.
Jode a alguien en cualquier otro lugar.
No desperdicies aquí tu tiempo, lo vas a lamentar.
No crees expectativas, hoy toca fracasar.

y quedó en tablas...


(música de fondo)



El Odio opina que hay que atacar rápido, donde más duela. La Desidia defiende que es mejor dejar pasar un tiempo. El Odio dice que no hay que dejarse acobardar, hay que sorprenderlos y este es el mejor momento. La Desidia, que eso es lo que esperan, que la mejor sorpresa es la incertidumbre y luego, cuando no tengan el ojo encima nuestro, ya veremos. El Odio insiste en que hay que romper, quemar, destruir. La Desidia sostiene que atacar seria seguirles el juego, y si hay algo que les va a joder, es no hacerlo. El Odio declara que cuanto antes empiece la guerra mayor será la agonía del enemigo.

Y de repente el Odio y la Desidia callan cabizbajos al ver la heroica entrada del Deleite a lomos del caballo blanco.

Primera lección

El sonido de las rejas abriéndose rompe el silencio.
Dos guardas traen a un joven pálido y con la mirada baja, lo desesposan, lo empujan dentro y vuelven a cerrar.
El chaval está ahí de pie inmóvil, con el juego de sábanas en las manos y la mirada fija en los pies.

Pasan los minutos.

De la litera de arriba sale una voz.

- Y bien?

- Cómo dice?

- Que qué haces aquí?

- Me han detenido, señor.

- No jodas...Que por qué?

- Ahh... bueno.. necesitaba algo de dinero e intenté atracar un banco.

- Cuántos erais?

- Yo solo, señor.

- Madre mía... Y qué armas llevabas?

- Una replica Desert Eagle de metal idéntica a una de verdad y un molotov.

- Para qué coño llevas un molotov?

- Para impresionar, supongo.. nunca se sabe...

- Y qué fue lo que pasó?

- Al principio fue bien, no había apenas gente y el de la ventanilla cooperaba, era un poco lento pero pensé que era por la pistola, pero cuando me quise dar cuenta había una brigada de agentes especiales apuntándome con armas de verdad, me puse nervioso y les lancé el molotov, entonces me dispararon en el hombro y en una pierna y se acabó la función.

- Al menos tienes huevos

- No tenía mucho que perder...

- Y has aprendido con todo esto?

- Bueno... el juez me dijo que si vuelvo a necesitar dinero que pida un préstamo, es más fácil y menos arriesgado. También me dijo que esta cárcel tiene un buen programa de rehabilitación, así que estudiaré y, quién sabe, quizá pueda llegar a abogado.

- Pero tu quieres ser delincuente?

- No señor.

- Pues no te hagas abogado, ni juez, ni político, ni banquero... Ellos hacen las reglas pero no tienen moral. Obligan a cumplir la ley pero se la saltan cuando quieren. Son los carroñeros de la sociedad. Ellos son la eskoria.
Aquí dentro podrás ver como funciona el mundo, esto no es más que un reflejo a pequeña escala donde todo está más claro.
Ademas podrás aprender mucho.
Cuando pisé por primera vez una prisión entré con un diploma en robar bolsos a las viejas y salí con un doctorado en crear el caos. Ésta es la mejor escuela que te va a dar la vida. Aprovéchalo.

- Me lo pensaré...

- Acaso te crees que tienes alguna otra opción?

- Mhhh...entonces... cuál es la primera lección?

- La supervivencia.
Déjate ver en el patio con una jeringa colgando del brazo, los demás presos pensaran que eres un yonki sidoso y tu culo estará intacto.

- Gracias, señor.

- Cómo te llamas chaval?

- Mi nombre es Jokin.

- Bien... a mi puedes llamarme señor.