▪●Ƿɘяfɘcт▪Dдy●▪

Abro los ojos y la intensa luz me deslumbra.
Luz blanca, muy blanca.
Estoy tumbado sobre algodón y tengo a cuatro dulces ángeles blancos mirándome atentamente.
Las trompetas celestiales acompañan el momento.

El olor me abruma, olor a puro, a limpio, a estéril.

Los ángeles no dejan de revolotear a mi alrededor entre susurros y cuchicheos que no logro descifrar. De golpe una de esas criaturas divinas me inyecta algo que hace que aumente mi estado de ingravidez.

¡Este es puto cielo con el que he estado soñando durante tanto tiempo!

Un cosquilleo orgasmico recorre mi cuerpo, el contacto de sus manos palpando mi cuello hace que me corra una y otra vez... una y otra vez...
Una y otra vez.

De fondo se oye una voz grave muy difusa, debe ser Dios que viene a darme la bienvenida ¿Se apuntará a ésta bacanal? Joder... Dios debe tener acceso a la mejor mierda que exista.
Los ángeles se apartan para dejar paso al supremo. El cabrón viene con una jeringa cargada... Esto es un recibimiento como Dios manda!
Éste es el día más feliz de mi vida... o de muerte.. no sé..

Mi nuevo amigo busca una vía libre en mi brazo dándome golpecitos con la palma de la mano, y al tocarme, yo sigo con lo mío... una y otra vez...

El chute divino está en camino.

Mi ingravidez se desvanece, mis delicados angelitos mutan en bajitas cincuentonas de pelo teñido y dientes amarillentos embuchadas en bata y zuecos blancos.
Oigo al Dr. Todo Poderoso gritar: ¡Epinefrina! ¡Dije 5mg de epinefrina, no de morfina!

He sido expulsado del paraíso.
He vuelto al mundo.
Estoy en algún viejo hospital compartiendo habitación con un cadáver palpitante.
Menuda mierda de renacimiento...

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