D.E.P.


(música de fondo)


Trágica noticia.
El Culebras ha muerto. Ahorcado.
Me he quedado sin camello.

Hace un par de días unos picotas sedientos echaron su puerta abajo y allí se lo encontraron, le vaciaron los bolsillos, llamaron a una ambulancia y se largaron.

Hoy lo enterramos.

Estamos en el poligano, rodeados de escombros; presidiendo la ceremonia entre bidones encendidos y mirando hacia nosotros está el Reverendo, que ha hecho un descanso en sus vacaciones de pesca para la ocasión.
En frente, tumbado en una mesa, nuestro preciado Culebras, con no mucho peor aspecto del que tenía en vida.

A continuación la muchedumbre en la que me veo envuelto, dividida casi geometricamente por tipo de consumo...
Las jovencitas anfetaminicas en primera linea, seguidas de los ejecutivos farloperos y los punkis espitosos. En la siguiente fila los fumetas junto a las marujas antidepresivas y las viejas glorias heroinómanas.
Triposos, crakeros, comesetas, opiosos, ketaminicos, peyoteros, politoxicómanos... y hasta la chica de los analgésicos caducados...

Si te fijas bien puedes ver a familias enteras esparcidas por los subconjuntos.

Iniciada la ceremonia, el Reverendo emplea sus dotes lingüísticos y cada uno de nosotros le dedicamos nuestro mejor consumo al difunto.
Empiezan a circular papeles, espejitos, rulos, papelas, cucharillas y mecheros.

Y que se queme en el bolsillo al que guarde algo escondido

Pasan las horas y la gente se desvanece.
Los veteranos seguimos en pie y manteniendo cierta lucidez.
Somos menos de diez y nos miramos incómodamente esperando quedarnos a solas con el fiambre.
Todos hemos venido a lo mismo.
Yo ya no puedo esperar más, así que me alzo acaparando toda la atención y sembrando el nerviosismo entre los presentes.
Saco la navaja y avanzo hasta el cuerpo, lo abro en canal y anuncio -¡Los riñones y los pulmones son míos!-

Los demás se avalanchan, como hienas cocainómanas, despedazando los restos de nuestro querido Culebras.

Sus órganos llevan acumulando deliciosos residuos desde vete tú a saber cuando...

De la carroña venimos y en carroña nos convertimos.

1 comentario:

  1. xDDDD joder tío, me ha encantado lo de los subconjuntos pero no podía imaginar un final tan vomitivo ni en los peores rincones de mi cerebro......

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